martes, 30 de junio de 2009

Reflexiones infantiles no tan infantiles

Siempre he sido muy reflexivo, lo cual es bastante bueno; pero cuando desde niño eres reflexivo, esa virtud se convierte en un martirio pues difícilmente encuentras respuestas a tus dudas.

De niño visitaba en forma frecuente el pueblo de mi papá. Por las noches, al estar recostado en la cama listo para dormir, miraba a través de la ventana el hermoso cielo estrellado que sólo en los pueblos se puede admirar.

Me gustaba pero a la vez me atemorizaba. Me sentía indefenso, poca cosa ante la magnitud del universo. Como cuando te paras al borde de una roca en lo alto de una montaña y ves lo pequeño que puede ser el mundo y lo insignificante que puede ser uno ante la naturaleza.

Pero lo que más me horrorizaba era no encontrar una respuesta a mi cuestionamiento: Qué hay detrás o después de lo que mis ojos alcanzan a ver. No lograba entender la palabra infinito.

Desde mi infantil modo de pensar todo tenía un principio y un fin. ¿o no había fin para nada existente? Esas preguntas, en esas noches oscuras, silenciosas y con un impresionante cielo estrellado de fondo, me aturdían.

Además, las referidas preguntas me llevaban necesariamente, en mi mente, a otros temas como la muerte y la religión. En el catecismo nos decían que si moríamos nos íbamos con Dios al paraíso "eterno" (si nos portábamos bien y comíamos frutas y verduras y nos lavábamos las manos y no decíamos groserías como "tonto" y dábamos limosna, y...). Y yo pensaba y, sobre todo, dudaba que en el paraíso no hubiera fin (ni cupo) tenía que tener un límite todo esto de lo infinito.

Obviamente, esas preguntas se quedaban ahí, en mi mente, sin respuestas, con miedo a saber no sólo que moriremos sino que, tal vez, al final de todo, sí somos infinitos y no morimos del todo, que sí existe la eternidad... todo ello lo pensaba, lo reflexionaba mientras el cansancio, por haber jugado durante el día al bote pateado, stop, canicas y demás juegos de esos tiempos, me entregaba a los brazos de morfeo.

8 comentarios:

mercedes dijo...

Sin duda siempre va a haber cosas inexplicables pero bien lo leí una vez "el hecho de que no se pueda explicar, no quiere decir que haya que negarlo"...

salu2 terribles

mercedes

El Belo dijo...

Mercedes: De acuerdo con tu punto de vista, pero eso explícaselo a un niño. No lo entendería.
Gracias por tu comentario.
Saludos.

Verdaderoyo dijo...

Pues, creo que muchos nos hemos preguntado cosas asi y muchos nos hemos quedado con una gran frustracion al no encontrar una respuesta a lo que preguntamos, por que, somos de los que no estan contentos con un "quien sabe" o "asi debe ser" siempre queremos tener la respuesta de todo eso tan misterioso, como lo es el universo y el paraiso, la muerte, incluso dios . . . sin embargo me he convencido de que no necesariamente necesitamos una respuesta a todo esto, por que si asi fuera, ya no habria mucho interes para pensar en ello . . .


Saludos.

El Belo dijo...

Verdaderoyo: Qué verdad tienen tus palabras. Tienes mucha razón.
Saludos.

Ingrid dijo...

Uf, menos mal que no era yo la única curiosa. Creo que es cosa del ser humano el siempre entrar en duda de miles de cosas intangibles.

Míralo, vivillo desde chiquillo :)

Guffo Caballero dijo...

Excelente escrito... lleno de sensaciones y emociones.
Saludos, don Belo.

El Belo dijo...

Gracias a Ingrid y Guffo por sus comentarios.

Alejandra dijo...

El universo no me parecio increible hasta hace poco... creo que no fui tan relexiva como tu.

Me hizo gracia lo de no decir "tonto"... ojala que a los niños de ahora, les asustara tanto decir "tonto"... (y cosas peores)que a los de ahora.

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