Mi esposa despertó y, al igual que yo, tenía la misma cruda económica por la compra de la videocámara. Aunque no lo expresábamos, nuestra felicidad por ese gasto se veía un poco empañada por cierta intranquilidad e inseguridad así como por el sentimiento de culpa por haber pagado, vía tarjetazo, una cantidad bastante de dinero en tiempos de inestabilidad económica mundial.
No obstante, para calmar ese molesto sentimiento, ambos nos dabamos ánimos y nos elogiabamos por la compra realizada. Pero aun así, muy dentro de nosotros sabíamos que fue un gasto innecesario, impulsivo y bastante caro. Revisé la videocámara "viejita" para ver cómo la iba a acomodar con otro dueño y una angustiosa crisis por el dinero utilizado en la "super oferta" acrecentó esa profunda voz de mi subconsciente que me decía una noche antes: "Está preciosa, pero no compres la cámara, espérate a que baje más de precio. Tengo una cámara muy buena en casa."
- Está nuevecita mi cámara y la compré apenas hace cuatro años- Pensé en voz alta.
- ¿Qué dijiste? -Cuestionó mi esposa que pasaba en ese momento por el cuarto.
- Que.. en cuánto daré mi cámara para no perderle tanto, a mi me costó cara pues es de las buenas. - tartamudée y respondí inseguro.
- Lo único malo de esta cámara es que tengo siempre que estar comprando cassetes y cargarlos en los viajes, y en la nueva que adquirimos ya tiene su memoria interna.- Continúe, justificando la compra.
Después de analizar las cámaras y sus precios, ambos nos vimos a los ojos e hicimos una mueca de "qué mala compra, fue un gasto innecesario y nos ganó la mercadotecnia navideña de soy totalmente palacio".
- Y si la devolvemos? La acabamos de comprar hace unas horas. - Soltamos con esa expresión nuestro sentimiento guardado desde que pasé mi tarjeta de crédito en esa madrugada.
Sentimos culpa de gastar sin conciencia. Nos recriminamos. Pensamos que con ese dinero pudimos comprar mejores cosas y, sobre todo, más prácticas y necesarias para nosotros. O incluso ahorrarlo para adelantar el pago de la hipoteca.
- El ticket dice que no hay cambios ni devoluciones, si vamos nos van a mandar muy lejos.- Dijo mi esposa analizando el recibo de compra y con una cara de ya nos jodimos.
- Tú siempre puedes.- La animé con voz segura pero con sentimiento de desconfianza en el fondo.
- Total, si no nos hacen la devolución nos la quedamos y la "viejita", como no me van a dar lo que me costó ni tampoco la mitad de su precio original, la sacamos haciendo una rifa.- Le sugerí.
- Vamos rápido a regresarla.- Me dijo confiada
Subimos al carro, llegamos a la tienda, hablamos con el encargado, con su superior y con el superior del superior, poniendo siempre cara de "pobres muertos de hambre" para que se apiadaran de nuestra alocada y entusiasta estupidez consumista.
- Es muy dificil, ya se selló la garantía y el ticket dice que no hay cambios ni devoluciones. - Nos decían una y otra vez.
- Por favor, cómo la vamos a pagar, tenemos otras deudas. -Mentimos para salvar nuestra desgraciada tontería consumista, eso sí, sin modificar nuestra cara de preocupación y mejorándola como para enviar el mensaje de "Ni pa frijoles tenemos", jijiji.
- Dejéme ver qué se puede hacer, pero le insisto es muy dificil. - Dijo el jefe del superior del encargado del área. Se hicieron algunos trámites.
Minutos más tarde nos dirigimos al estacionamiento, un poco serios, sin mirar atrás bajamos por las escaleras eléctricas.
Salímos de la tienda. Llegamos al Mc Donalds que hay en la plaza comercial. Moríamos de hambre y necesitabamos algo de comer para aliviar el sabor amargo de nuestras bocas.
Nos miramos, sonreímos y, con júbilo, expresamos nuestra felicidad. Abrazos y besos. Lo habíamos logrado. Dificl pero lo hicimos. Regresamos felices.
Al final del día, me quedé sin cámara nueva. Sin esa cámara que me había vuelto loco. Pero regresó la tranquilidad a mi mente y, sobre todo, a mi bolsillo. En unos años la compraré; además, mi cámara "viejita", viéndola bien, todavía agüanta un buen rato y no está tan fea ni es tan inútil como parecía al lado de las video cámaras con novedosas tecnologías.
Pero todo lo anterior, no fue tan valioso e importante como ver que a mi esposa "Busi", le regreso el color y la sonrisa a su rostro. Y eso, quedó grabado de por vida en la mejor video cámara que existe: La memoria.
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