viernes, 20 de marzo de 2009

Visitas indeseadas

No soporto a la gente "confianzuda". Menos a los "doblemoralistas". Y menos cuando la misma persona tiene ambas "cualidades".
Peor aun, me choca el "confianzudo y doblemoralista", cuando ni siquiera lo conozco. No sé si ahí pueda encuadrar aquél que, para romper el hielo, saca su aire “machista” y hace un comentario que él (en su mente retardada) cree, que por que tú también eres hombre, le vas a seguir la plática pues ya “roto el hielo” con su “fino comentario” podrá plantearte con mayor confianza cuestiones del trabajo.
El caso es que en esta semana tocó a mi puerta, sin anunciarse primero con mi secretaria (y no porque sea yo muy importante sino por educación, un tipo dizque doctor en derecho al que le dicen “el español”, según me enteré gracias a otros compañeros después de esa “agradable entrevista”.
Debo dejar claro que jamás en la vida lo había visto y menos aun había cruzado plática alguna con él, en pocas palabras, no sabía de su existencia.
Entró sin tocar, me saludo y se dirigió hacia mi como si lleváramos años y fuéramos los mejores amigos desde entonces. Eso, ni en los perros ocurre, pues ellos primero se miran y se acercan cautelosamente, luego poco a poco se van oliendo su colita, sus partecitas, el hocico y si se entendieron pues se ponen a jugar y si no pues se empiezan a montar y pueden llegar hasta la pelea. Obvio que yo no quería ni olerle ni que él me oliera nada lo que quería es, como todo ser humano normal, mantuviéramos nuestra distancia y poco a poco aligerar la plática.
No obstante, el confianzudo éste, me llamo por mi nombre, aplastó su enorme y apestoso trasero en una de mis sillas de invitados y medio recostado tipo estrella de hollywood, cruzó las piernas, acomodó sus lentes como todo buen erudito y ahí empezó la agonía con su plática.
Para no hacer el cuento largo, su visita se debió a que quería medio saber cómo se iba a resolver un asunto jurídico, un asunto laboral para mayor precisión. Debo decir que en mi trabajo yo elaboro proyectos de sentencias laborales y en las que me doy cuenta las injusticias que se llevan a cabo contra los trabajadores, con sus excepciones claro está.
Él, por lo que me percaté, era abogado del patrón que solicitó la baja de un trabajador porque le habían perdido la confianza (típica forma de correr a alguien). Al platicar sobre “su asunto”, manoteando y con ciertos o bastantes aires de grandeza, me indicó que su escrito estaba perfecto, que lo habían elogiado y felicitado sus jefes y demás estupideces que ya no sabía ni cómo callarlo. Tenía un ego bastante grande, hablador y hablador.
Pero lo que dio al traste, que para ese momento no aguantaba un momento más su plática, fue cuando me comentó:

- Le perdimos la confianza a ese trabajador porque ordenó un pago, como productor del programa televisivo, sin solicitar autorización de sus superiores.
- No me diga (yo trataba de mantener la distancia y el respeto) y a quién? (mientras pensaba: como eres idiota, si el trabajador es el productor del programa, tenía plenas facultades para llevar a buen término la grabación del mismo y entre estas facultades está la de autorizar pagos aun sin previa autorización, por algo era el productor)
- A la conductora del programa.

Y aquí vino lo que terminó de destrozar esa hermosa mañana de trabajo.

- Por cierto, ¿no las has visto? Estaba buenísima “la pinche vieja esa. Una cinturita y unas nalgotas que no mames,”. Me dijo.
- No, nunca ví ese programa (le contesté con tono serio)

No sé si el comentario “fino” lo hizo para romper más el hielo, o porque creía que ya éramos los grandes cuates por esos 5 largos y desesperantes minutos o por alguna otra circunstancia, lo cierto es que colmó mi paciencia.
Le dije que tenía mucho trabajo y que me esperaba una junta precisamente en ese instante, pero el idiota que no entendió el mensaje, me dijo:

- Oye luego te visito para comentarte el otro asunto que estoy llevando. A modo introductorio sólo te digo que ese otro trabajador es un cochino degenerado. Vimos un correo electrónico de él encuerado con otra vieja, como ves?
Eso terminó, en definitiva, con mi paciencia. Pensé que era el colmo: este hijo de su… “Pink Floyd” primero se aventó un comentario machista y sexista ante mí, una persona a la que había tratado escasos 5 minutos y luego tiene el descaro de soltarme otro completamente opuesto. Doble moral de este tipejo.
Por eso, odian a los abogados y no es para menos.
Si luego me lo platica señor licenciado- Le contesté ya en la puerta donde casi a empujones lo estaba corriendo.
Cerré la puerta y sólo pensé qué onda con este güey.
No me espanto ni mucho menos por lo que me dijo. Quiero pensar que el primer comentario lo soltó para “medirle el agua a los tamales” (como se dice en mi pueblo) y ver mi reacción y así “entrar en el mismo canal de plática interesante”. También pensé si este tipo es de los clásicos “doble moral” convenencieros según la persona, el lugar y la situación. Llegué a la conclusión que era esto y más.
Qué asco. Lo que menos quiero es que llegue este tipo de personas (abogados, ingenieros, trapecistas, médicos, hombres, mujeres o quimeras) a mi oficina.
Ya puse sobre aviso a mi secretaria para que, aunque le lleve flores y chocolates, no lo deje entrar y si eso pasa, se queda ella con él adentro oyendo la sarta de tonterías que salen de su boca, mientras yo me voy tranquilo por mi cafecito.

jueves, 12 de marzo de 2009

Apodos

Hay apodos que superan al nombre por el resto de los días de la secundaria e incluso traspasan la barrera del tiempo.

Algunos es vergonzoso recordar la causa del apodo, otros sólo sabes de ese apodo pero no el porqué se lo pusieron.

En la legendaria secundaria 59 Club de Leones de la ciudad de México, en mi grupo "D" no era la excepción:
- La chispita (Novela de Lucerito).
- El hey hey hey - recuerdan la caricatura de "hey hey hey es el rey" (a este cuate también le decían el tieso)-.
- La Lucha.
- El piolo.
- El chemis.
- El patotas.
- El Bugs.
- El urraca.
- El güero.
- La lencha.
- El borracho.
- La He-man (por su corte de cabello).
- La venadita (ella no era compañera sino nuestra maestra de biología y realmente no veía nada).
- La caballo (también maestra).
Y por supuesto: El Belo.

Hubo más pero no los recuerdo ahora.

Un saludo a ellos que alegraron mis días pubertos.

jueves, 5 de marzo de 2009

"Osos" en la vida

En aquéllos tiempos, del año de 1988, cuando estaba entrando a la mayoria de edad, teníamos mis hermanos y yo una amiga que era algo "fresa". Estudiaba en la prepa 5, que junto con la 6 eran el refugio y nido de los niños y las niñas "fresas". Aunque me caían gordos (los fresas), debo reconocer que las niñas no eran feas como casi todas las de mi prepa.
Roxana, la niña de la prepa 5, tenía entradas para la "Disco News" y nos invitó a mi hermano y a mi a una "tardeada" al "News" que, en aquél momento, era tan famosa y exclusiva.
Yo no conocía ni había pisado hasta ese momento una Disco, por lo que era una buena oportunidad para no sólo ir a una sino para conocer esa famosa, prestigiada y exclusiva "Disco" (ahora se le llama antro) y poder presumir tanto en mi prepa como en la colonia de tal evento.
Roxana, a su vez invitó a otra amiga de su prepa para que fuéramos los cuatro. Le pedí el coche a mi papá quien accedió pues le dije que para entrar a ese lugar te necesitaban ver que llegabas en carro (conocimiento adquirido de mis amigos mayores que ya sabían cómo era ese rollo). Debo confesar que estaba nervioso pues no conocía una Disco a esa edad de 17 años y sólo sabía una que otra cosa de las "Discos", entre ellas, que se ponían pesados en las entradas para dejar pasar a los chavos y yo no quería pasar por esa vergüenza.
La tardeada empezaba a las 16:00 o 17:00 horas y terminaba como a las 20:00 o 21:00 pues en la noche llegaban los mayores de 18 años. Por lo mismo, no se consumía alcohol.
Pasamos por Roxana y luego por su amiga (la cual no era nada fea y tenía toda la finta de "fresa")de quien no recuerdo su nombre. Nos dirigimos a la Disco allá por el Pedregal. Llegamos y me estacioné, a propósito y recordando los consejos de mis amigos mayores, en la entrada misma donde ya había varios chavos buscando que los dejaran entrar. Nos recibió una persona del valet y mientras me daba el boleto del carro y le dejaba las llaves me percaté que a Roxana, su amiga y a mi hermano Gil les abrían paso para dejarlos entrar sin necesidad de esperar. Qué suerte, pensé. Los "cadeneros" se fueron con la finta del carro y además no se veían mal la Roxana y su amiga. Pensé que había sido buena táctica. Me apresuré para alcanzarlos y ví que señalaron que yo también iba con ellos. Al ver que los cadeneros me habían identificado como su compañero, ellos se apresuraron a entrar. Llegué a la cadena, les dije que era el que iba con ellos y me permitieron pasar. Me sentí importante y con leve desprecio miré a los que aún continúaban con sus esperanzas para acceder. Emprendía el camino al interior de la Disco, con la seguridad y confianza que sólo "Pedro Navajas" irradiaba, cuando de pronto uno de ellos me detuvo y me dijo que no podía pasar. Extrañado le dije que cuál era el motivo mientras agunstiado veía como mis compañeros de reventón se alejaban e introducían a la famosa "Disco News" del Pedregal.
Me preguntó mi edad y como mis amigos mayores siempre me habían dicho que ahí entraban sólo mayores de edad les dije, con la seguridad de alguien que era visitante frecuente de ese lugar, que tenía 18 años.
Grave y bochornoso error.
Riéndo me dijeron que esa era la causa por la que no podía entrar, que si no sabía que las tardeadas eran para menores de edad y que si nunca habia estado en alguna de ellas. Apenado les dije que "me equivoque" que la realidad era que tenía 17 y que faltaban unos meses para que llegara a los 18 y desesperado les enseñé mi permiso (no licencia) para conducir.
Ya a carcajadas por verme tan nerviosos y sonrojado me permitieron el acceso.
Qué oso, pensé. Se dieron cuenta que no tenía la menor idea de que en las tardeadas sólo entraban menores de edad.
No obstante lo anterior, se me olvidó ese amargo momento cuando se escucharon las primeras notas de la canción de Madonna que, a todo volumen abría pista: "Like a prayer". Esa canción y el hielo seco que salía de no sé dónde puso a todos a bailar en la pista de baile de la famosa "Disco News del Pedregal" que ese día conocí.

miércoles, 4 de marzo de 2009

A ver de qué cuero salen más correas

Expresión utilizada para expresar la interrogante sobre quién será el mejor en determinada situación.
Lo anterior porque el lunes fue mi examen. Llegué puntual a la cita, incluso minutos antes. Pensé que iba a ser el primero pero ya habían llegado como cien personas. Entre tanto trámite para el registro algunos se saludaban confiados, con bromas; otros con cara desencajada por los nervios, a los lejos seguían leyendo lo que no se aprendieron en tantos días.
Yo estaba sereno, seguro de mi preparación. A las 10:15 am empezó la contienda. Todos se concentraron y empezaron a responder las cincuenta preguntas de todas las materias que componen a la ciencia del Derecho. Dada mi especialización a lo largo de mi carrera profesional, escogí la metaria laboral, por lo que el cuestionario se compuso de 35 preguntas en esa materia, 5 de la administrativa, 5 de la penal y 5 más de la civil. Nunca fui de altas calificaciones. Eso de sacar un 9 nunca pasó por mi cabeza cuando era estudiante. No obstante, en este momento nos habían informado que la competencia estaba muy dura pues las calificaciones mínimas para seguir en las siguientes etapas era de 96, 98 o 100. A las 11:00 ya estaba afuera, había terminado y con gran asombro y satisfacción pensé que mi calificación sería un 100. Me sentí seguro al contestar. Fui de los primeros 15 en salir de los 315 que nos presentamos al examen. Era el momento de más tensión pues lo llevan a uno a un salón donde espera su calificación después de pasar las respuestas por un lector óptico. Me llamaron, me pidieron mi número de identificación personal y me dieron la información: "Su calificación es... 96." Salí feliz. No sólo porque había alcanzado una calificación tan alta en estos niveles sino porque de mi lugar de trabajo al final del día fui el de mejor calificación, incluso que mi propio jefe.
Ahora viene la segunda etapa, la resolución de un caso práctico. Ya sólo quedamos 75 personas y competimos por 15 plazas. Las esperanzas son muchas, la ilusión es mayor y el estudio y esfuerzo es y será en las siguientes el doble que lo último señalado.
Ahora sí viene lo bueno. A ver de qué cuero salen más correas. Ojala y que del mío salga una.

domingo, 1 de marzo de 2009

Por fin.

Después de más de mes y medio de estudio constante, razón incluso por la que me había ausentado para escribir en el blog y comentar en los diversos que sigo, el día de mañana es el día D, a las 9:00 estaré empezando mi examen. No estoy nervioso ni mucho menos. A ver qué pasa mañana. Feliz día de la familia.
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Una mirada a la vida

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A través de la memoria